Cursos de francés de negocios en Montreux

Se podría decir –con poco de imaginación como de talento- que ella es The pearl of the Swiss Riviera, que atesora un gran castillo medieval, que está rodeada de flores exóticas, palmeras, cafés, restaurantes y de magníficos callejones. Que majestuosas cimas son su telón de fondo y que tiene a un inmenso lago azul como base. Todo esto, solo con el ánimo de equilibrar el discurso y los puntos de vista. La vida no es fácil para los clichés… sobre todo cuando son ciertos. En pocas palabras ¡Sí! Montreux es realmente todo y un poco más que eso. Sin embargo, en diferente orden. Una luz diáfana al filo del agua, mientras la fiesta llama a lo lejos. La calidez tranquilizante de mesas auténticas donde ningún extranjero ha de sentirse de fuera. Los inmensos balcones de los grandes hoteles donde el lujo, la fastuosidad y la celebridad, lejos de ser objeto de la curiosidad, son simplemente maneras de vivir y de intimidad que se respeta. De mañanas inundadas de flores, mientras que las carcajadas de Zúrich y las locuras de Lausanne se atenúan con el alba. Detalles que rememoran pequeños momentos de felicidad. Es comprensible entonces porqué Montreux, lejos de deslumbrar, seduce a todo este bello planeta, suscita tanta codicia. Y qué decir de los magnates orientales, siempre están listos a pagar precios astronómicos por tener la oportunidad de disfrutar de su hospitalidad por algún tiempo. Puesto que finalmente, Nabokov amaría tan especialmente a esta pequeña Montreux –que si ella nunca se volviera gigantesca- permanecería siendo siempre, entre todas su preferida…